Por: Alfonso López Mora
El panorama de la educación en este cambio de época, sin duda abre mas la importancia de la construcción del conocimiento en la educación, tomando como referencia el punto de vista de (Morín y Lonergan); en lo que pareciera una actividad simple en nuestro contexto sobre la generación del conocimiento; inicia en la corresponsabilidad del docente y del educando; en el entendido de aceptar los diversos tipos y modalidades del conocimiento aún en condiciones tradicionales en el aula; por tanto es necesario revirar sobre la necesidad de articular la teoría con el sentido común y viceversa. Aunque es pertinente recalcar que en esta sociedad del conocimiento, lo mas deseable es que se definan los objetivos con una perspectiva integradora a partir de la conceptualización misma entre los involucrados y el medio en el que se desenvuelven.
De acuerdo a los nuevos currículos que como política publica educativa, buscan educar a todos los estratos sociales, soslayan la intención final de consolidar la transformación tecnológica y cultural de los individuos; esto nos lleva a minimizar la esencia misma de visionar el conocimiento como tal. Es aquí donde toma mas fuerza lo que dice Morín (1999), sobre que los individuos terminan siendo una traducción de su realidad externa poniendo en tela de juicio la objetividad del conocimiento que perciben; aunado a la visión del conocimiento rígido y excluyente y la verticalidad que lo caracteriza, bajo el principio de que el sujeto mas educado es el que sabe mas, aún no enseñándole soluciones practicas o complejas; esto propicia en la mayoría el desinterés por la teoría, si al final no le ve uso en su vida diaria. Coincido con el autor en la idea de arraigar al ser humano con el conocimiento, educando con conocimiento teórico, articulado y dimensionado al sentido común, pero es necesaria la reflexión critica, a partir de que verifiquen los conceptos aprendidos y la practicidad que evoca la teoría; solo así podrá comprender el fenómeno estudiado, lo asimilara como dogma incuestionable y estará en condiciones de emitir un juicio de valor.
A la par de lo importante antes mencionado esta la construcción del conocimiento con razón, pasión y emoción, eso medirá el avance en la estrategia de aprendizaje autoafirmado por el individuo; abrirá la inserción de nuevas ideas claras y distintas de la sociedad en su conjunto, cuidando no generar sesgos grupales y de sentido común que lo lleven a poner la inteligencia practica como única manera de conocer su realidad, esto reafirmaría lo que menciona Lonergan, cuando habla de que muy poco del conocimiento es autogenerado por el individuo y su mayor potencial lo sustenta en conocimientos previamente adquiridos.
De ahí de la importancia en los procesos de enseñanza-aprendizaje con actitud autocritica, que tiene que ver con la resolución de problemas de la vida cotidiana, basada en la teoría de las ciencias que cimenta su interés en el saber concreto y universal. Coincido totalmente en la combinación del conocimiento del sentido común, teórico y del conocimiento de interioridad, para revitalizar y volver hacer significativo el proceso de aprendizaje, se trata de educar generaciones cognoscentes, capaces de generar conocimiento, y no solo de llenarlos de conceptos y reformas educativas que se deslindan de su contexto y movilidad misma.
En resumen cuando los educandos conceptualicen sus propios procesos generadores de conocimiento, argumenten y sustenten sus afirmaciones; estarán entonces en condiciones de reorientar su visión del conocimiento; ya no es posible quedarse con la verticalidad tradicional del saber absoluto que le llega del profesor, finalmente este, será un promotor de aprendizajes, al cual se le cuestione su papel de enseñante o de seguir enriqueciéndose a partir de las experiencias y conocimientos compartidos, al lado de sus alumnos.
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